En el último tiempo se presento una nueva tendencia sexual en España, los solosexuales. Y como dice la palabra, practican una sexualidad en solitario. Es decir, lo suyo es la masturbación. El autoservicio. La porción individual. Si son hombres, escogen el modo manual. Si son mujeres, el digital. Si van al teatro, preferirían un monólogo. Pero con una diferencia. Estos solo conciben el placer erótico en solitario. Nada de parejas.
Tienen su propio signo, el masculino con la flecha dentro del círculo, y muchas páginas web, además de foros y hasta música para llegar solos al orgasmo.
¿Que hacen?
Los hombres son los que más portales tienen en Internet. También celebran sus propias “orgías”, reuniones en las que se masturban mientras se miran unos a otros. Pero también hay mujeres, pero más silenciosas y menos organizadas.
Esto no es nada extraño, porque recordemos que como dicen sexólogos y psicólogos “en la sexualidad nada es anormal, el problema es cuando algo se hace exclusivo y anula a todo lo demás, cuando se buscan siempre los mismos estímulos”.
En primera persona
Es, en cierta manera, una vuelta a la etapa más infantil del sexo y hay muchos adolescentes se masturban en grupo, como cuando los chicos hacen quedadas masturbatorias, que tienen también su lado didáctico, de aprendizaje.
Con esto no estamos hablando de la paja rápida en la ducha antes de ir al trabajo por la mañana. Se trata de hombres que se masturban durante horas.
El acto de masturbarme lleva implícito muchos otros como bailar frente al espejo, fumar, beber, ver porno o jugar con una serie de cosas o ideas que he recopilado durante toda la semana.
Lo que ocurre es que llego a un estado trascendental en el que mi cuerpo se identifica con mi pene y mi cerebro es solo sexo.
No tengo intención de compartir el sexo con otros y la intensidad que esto me produce es suficiente para poner mis prácticas en el puesto número uno de mis preferencias sexuales.
Uno de los inconvenientes de esta opción sexual es que es más fácil que sus integrantes caigan en la adicción al sexo porque es más fácil que una práctica llegue a ser obsesiva cuando no depende de nadie y cuando se tiene a mano.